Ahora que los principales actores del conflicto en el Municipio Autónomo de San Juan Copala (MASJC) guardan un relativo silencio
[2], es pertinente hacer algunas reflexiones sobre el curso de este episodio. De cada movimiento importante los trabajadores pueden y deben sacar sus propias conclusiones.
I. Con la constitución en 2007 del MASJC, el MULTI y las comunidades y pobladores que los siguieron en tal iniciativa supieron como sobreponerse a la derrota que para la lucha social en Oaxaca significó el movimiento de la APPO y su represión por el Estado Mexicano. Cuando el poder logró desviar, contener y someter la lucha que estaba aflorando, ya se estaba gestando un nuevo movimiento. La lucha del MASJC surgió fuera y en contra del ámbito institucional. En contra y más allá del régimen de dominación imperante. Mientras el gobierno de Ulises Ruiz no terminaba aun de repartir cárcel y torturas por un lado y diputaciones y dádivas por el otro, el MASJC surgió como una auténtica otra forma de hacer política. La autonomía como antítesis del estado caciquil, capitalista y putrefacto.
II. Este genuino ejercicio de esa otra manera de hacer política -proclamada en la Sexta Declaración zapatista y tan pregonada por la Otra Campaña como poco llevada a cabo por su ala burocrática- pronto habría de encontrar no sólo y desde luego la animadversión del gobierno, sino que habría de toparse con la incomprensión, cuando no con los ataques y el silencio cómplice de quienes supuestamente podrían ser sus primeros aliados. Empezando por la oposición de parte del Partido Unidad Popular (MULT oficial) que no vio con agrado que en su zona de influencia surgiera una opción política de izquierda no corporativa y no clientelar. Mucho menos iba a tolerar que tal opción despertara simpatías incluso entre sus filas.
III. A los ataques paramilitares de la organización priista UBISORT contra el naciente MASJC, habrían de sumarse las amenazas, agresiones y persecución por parte del PUP (MULT). Mismos que tuvieron su peor momento con los asesinatos de los caravanistas Bety Cariño y Jiry Jaakola en abril de 2010 , así como con la ejecución del líder moral y fundador del MASJC Timoteo Alejandro poco después. Y que habrían de culminar con la ocupación del pueblo por cientos de hombres fuertemente armados y el desplazamiento de decenas de familias. Todo esto no habría sido posible de no ser porque se estableció una alianza (frágil pero efectiva) entre izquierda y derecha del capital: el PUP (MULT) y UBISORT (PRI) finalmente se juntaron para hacer la labor que les encomendaba el estado.
IV. Esta santa alianza y los ataques que por ella tuvieron lugar, fueron posibles finalmente porque también en los hechos la unidad entre PUP (MULT) y UBISORT (PRI) así fuera táctica, estratégica o meramente oportunista, contó con la bendición de otras fuerzas de izquierda.
El PDPR – EPR respaldó y respalda la actuación del PUP y cada vez que ha podido, en sus comunicados ha elevado a los altares revolucionarios a su extinto líder Beto Pazos, uno de los principales promotores de la violencia. De su parte, el ala burocrática de la Otra Campaña, representada por Uníos, ha dado cabida y cobijo al PUP (MULT) en cuanta asamblea y movilización este se ha presentado. Si bien se han denunciado las tropelías de los paramilitares no se ha puesto nombre y apellido a quien puso y disparó las balas. No solo ocurre que en esa ala de la Otra Campaña no se atrevan como quien dice a ponerle el cascabel al gato, ocurre que ya alguien escondió el cascabel desde hace mucho tiempo porque así le conviene. Los apoyos –abiertos o encubiertos- que el paramilitarismo del PUP (MULT) ha encontrado tanto en el PDPR como en la Otra, son una muestra clara de cómo no basta ser o nombrarse de izquierda (aunque sea otra izquierda) para evadir el ámbito de las complicidades. La izquierda también puede ser una izquierda al servicio del capital. Así sea la izquierda revolucionaria o de abajo;.
V. La ejemplar lucha y resistencia del MASJC tiene, como ya lo hemos dicho antes, grandes enseñanzas pero también grandes limitaciones. Es por un lado una muestra clara de cómo desde el espacio social es posible organizarse políticamente autónom@s. Si en el capitalismo el Estado aparece como la máxima separación entre el campo de lo social y lo político (para mantener la dominación de lo económico o sea del capital-trabajo) ; las formas de organización autonómicas que surgen fuera de lo institucional , demuestran lo falso de esa imaginaria comunidad. Comunidad ficticia que se presenta bajo las etiquetas de la nación, la democracia y el interés del pueblo. Dichas formas autonómicas no logran sin embargo destituir por completo el régimen de dominación estatalista. Su principal función es demostrar, en carne propia, la oposición tajante de intereses que existe entre oprimidos y opresores. Incluso inevitablemente pueden estar condenadas a la destrucción, precisamente porque solo son ensayos: son la escuela del cambio pero no son el cambio radical.
VI. Así, la enseñanza mayor de lo que ocurre en Copala, no es que “otro mundo es posible”, -consigna con la que años atrás tanta alharaca hizo el altermundismo oficial en sus foros y en su defensa del neozapatismo-, sino que “otro mundo es necesario”. La crudeza de un episodio que ya ha cobrado varias decenas de víctimas, muestra que no hay otro camino que la lucha si de enfrentar al capitalismo se trata. La imposiblilidad de constituir de modo permanente espacios no capitalistas de vida social, bajo la dominación de la economía y de la Política Estatal (capitalistas de por si), no marca sin embargo la sentencia de un movimiento social a encaminarse por el sendero del realismo político, camino plagado de cinismos, corrupción y complicidades. Marca más bien la necesidad de tomar el camino de la ética, que es el mismo que el de la independencia de clase.
VII. El autonomismo altermundista pretende (sin ser realista), la imposible construcción del mundo no capitalista dentro del mundo capitalista y quisiera que ejemplos como el de los municipios autónomos zapatistas fueran trasplantados: quiere imponer su idea de la realidad sobre la realidad misma. El realismo “marxista leninista” opta por combatir proyectos como el del MASJC en aras de no “fragmentar” el proceso revolucionario. La unidad de dicho proceso consiste finalmente para ellos, en que este pueda ser conducido únicamente por “El partido”, siguiendo Su estrategia y Su táctica, bajo Su línea política militar. Para que dicho monopolio de la revolución no sea cuestionado por su reformismo armado y su esencia burguesa, se apela hacia afuera a “combinar todas las formas de lucha”, mientras que adentro se sostiene a toda costa una concepción patrimonialista de la lucha social: las masas y el territorio de la organización no pueden ser las masas ni el territorio de ningún otro proyecto o lucha. La lucha que han emprendido las comunidades del MASJC desde luego no tiene nada que ver (incluso a su pesar) con esos caminos: ni cuenta con los apoyos y simpatías internacionales del neozapatismo ni con la bendición revolucionaria del eperrismo. Aunque a veces ha quedado reducida a la mera resistencia por la represión, por su propia impotencia o limitaciones, la propuesta del MASJC, se emparenta, más por sus consecuencias que por su discurso, con el ímpetu revolucionario de los obreros socialistas y comunistas de los siglos XIX y XX. No es una evocación tragicómica de la Comuna de París ni de los Soviets, sino apenas y más bien, una onda de réplica de la nueva oleada revolucionaria que empieza a atravesar el mundo: ya en Egipto, ya en Francia, ya en España y ya en Grecia, se reproducen a mayor o menor escala destellos de organización fuera del control institucional, sea de los sindicatos, de los partidos oficiales o de la izquierda oficial.
VIII. No se trata sin embargo de procesos sociales (ni en Europa, ni en el norte de África ni en México) que se hallen a salvo de caer en desvíos, trampas o asumir métodos que conduzcan a su derrota. La dificultad principal estriba no en el escaso o mediano desarrollo de la conciencia que puedan tener, en tanto individuos, quienes los protagonizan, lo cual desde luego derivará en desaciertos y errores. Pero finalmente toda lucha se trata de un aprendizaje. El problema es no saber reconocer cuando se actúa de manera equivocada y cuándo no. Es tanta la presión del Estado y tanto el peso de la ideología burguesa, aún sobre los hombres y mujeres más bien intencionados, que lo que aparece como la mejor alternativa, táctica o estrategia para un movimiento en un determinado momento puede no serlo: si se aplica una estrategia o una táctica equivocada se pueden tener consecuencias fatales para los propósitos de la lucha. El Estado Mexicano tratará a toda costa de ver derrotado lo antes posible al proyecto del MASJC. Para ello cuenta con la principalísima ayuda paramilitar del PUP (MULT). Pero cuenta también con los recursos de la política tradicional: la cooptación y el engaño. Apostará en lo inmediato y a mediano plazo a dividir, desgastar, provocar y desvirtuar la organización del MASJC. Gabino Cué no puede desconocer que enfrenta un problema que se llama MASJC, pero si puede pretender desvanecerlo: por lo tanto hará lo posible por lograr que el MASJC pierda su nombre y su identidad como paso previo a destruir su organización para siempre. Así, los desplazados, que son las víctimas simplemente serán presentados como “una de las partes” del conflicto, si no es que como los propios causantes.
[3] Y se les pedirá reconciliarse con “las otras partes” en aras del supuesto bien común de la nación triqui. Pero para ello habrán de dejar a un lado primero la única arma con que cuentan: la constitución de sus comunidades en una fuerza organizada e independiente.
IX. La única alternativa de sobrevivencia a largo plazo que tienen los indígenas organizados en el MASJC, es intentar forjar la unidad con otras fuerzas sociales y organizadas semejantes. El cobijo solidario que no han encontrado en el conjunto del Congreso Nacional Indígena o de la Otra Campaña, tendrán que construirlo al hermanarse con otras luchas independientes. Y sobre todo, al conformar junto con otros una organización y un programa proletarios, organización y programa que no pueden partir de las demandas particulares (eso si divide la lucha), sino de las necesidades generales del movimiento. Un movimiento nacional anticapitalista y revolucionario (nacional en su forma más no en su contenido) como el que la Otra Campaña no pudo construir, y como el que Javier Sicilia -y las ONG´S que le acompañan y dan órdenes- nunca van a propiciar ni permitir.
X. Finalmente algunas preguntas: recientemente se supo que el gobierno de Oaxaca (PAN-PRD) entregó o entregará 110 millones de pesos al PUP (MULT) por medio de su dirigente Uriel Diaz Caballero. Al mismo tiempo, hace poco Andrés Manuel López Obrador se reunió con las bases del MULT en un acto público. ¿Con esos recursos cuántos votos habrán de comprase canjeando apoyos por conciencias? Si cada “cuerno de chivo“ cuesta 30 mil pesos más o menos en el mercado negro: ¿Esos 110 millones le bastarán al MULT para armar un ejército propio, prescindir de los paramilitares (“paramilitares” muy bien disciplinados y uniformados por cierto) y someter definitivamente a los triquis? Está por verse. (D.A)
[1] En la región mixteca del sureño estado mexicano de Oaxaca, poco más de una decena de comunidades pertenecientes a la etnia triqui han constituido desde 2007 el Municipio Autónomo de San Juan Copala, sin el reconocimiento oficial y sin el apoyo de ninguna organización o partido de izquierda importantes.
[2] Aunque ya no ha habido comunicados de ninguna de las partes, a finales de junio hubo movilización del MASJC en la Ciudad de Oaxaca. Mientras que días después gente del PUP (MULT) allanó la casa de Casimiro Martínez Aguilar, vocero del MASJC en el DF.
[3] Es sabido que los representantes del gobierno han amenazado a los integrantes del MASJC con hacerlos responsables y aprenderlos si los desplazados se atreven a regresar a San Juan Copala y ocurre alguna violencia. Pero quien ha amenazado y disparado cada vez que los desplazados tratan de regresar, han sido los paramilitares.